UCRANIA: Rusia incorpora Crimea a su Federación tras un referéndum rechazado por Ucrania, en un contexto de inestabilidad en el sureste del país y graves tensiones entre Occidente y Rusia
La situación en la península de Crimea (Ucrania) da un vuelco en marzo, como parte de la grave crisis política y social que atraviesa Ucrania desde noviembre, que desemboca en la absorción de Crimea por Rusia. A finales de febrero, las tensiones se habían extendido a Crimea –región transferida por la URSS de Rusia a Ucrania en 1954 y con estatus de región autónoma dentro de Ucrania desde entonces–, cuando hombres armados sin identificación tomaron la sede del Gobierno regional y del Parlamento. Este último destituyó al Gobierno local y aprobó una resolución para un referéndum. Hubo algunos enfrentamientos entre manifestantes rusos y tártaros, con varios muertos en la capital crimea, Simferópol, el 27 de febrero. Además, los partidos locales comenzaron a formar grupos de autodefensa. Milicias de autodefensa y fuerzas rusas sin distintivo se desplegaron por el territorio en días sucesivos, principalmente frente a instalaciones militares ucranianas, bloqueándolas. Se asistió así a la toma de control efectivo e incruento de las principales infraestructuras y centros neurálgicos. Rusia autorizó el envío de tropas a la península, aunque afirmó no haber hecho efectiva esa posibilidad, negando que el personal armado sin distintivo fueran fuerzas rusas. Finalmente, el Parlamento crimeo aprobó adelantar el referéndum y previo a su celebración aprobó una declaración de independencia unilateral y aumentó algunos derechos de la comunidad tártara en la región. En la consulta, un 96,77% de los votantes apoyó la incorporación de Crimea a Rusia y solo un 2,51% se decantó por la otra pregunta, la de continuar siendo parte de Ucrania con más competencias que las actuales. Según las autoridades electorales locales, participó el 83,1% del censo. Según la televisión oficial crimea, un 40% de los tártaros participaron (los tártaros constituyen el 12,5% de la población total y los ucranianos un 24,3%), pese al llamamiento al boicot de sus líderes. El Parlamento crimeo aprobó una declaración de independencia tras el referéndum y Crimea y Rusia firmaron un tratado por el que Crimea se incorpora como república de la Federación Rusa y Sebastopol como ciudad federal. El proceso de anexión, prácticamente incruento –un soldado ucraniano y un miliciano prorruso murieron y varios fueron heridos en choques en una base de Simferópol–, generó fuertes críticas y llamadas de alerta de EEUU y la UE así como la OTAN. Washington y Bruselas anunciaron sanciones económicas, mientras la OTAN alertó del despliegue de tropas por Rusia en la frontera este de Ucrania. El Gobierno de Ucrania ordenó finalmente la retirada de las tropas ucranianas, si bien 14.500 de los 18.800 soldados en Crimea optaron por pasarse a las filas rusas. Por otra parte, durante el mes de marzo hubo tensiones en zonas del sudeste de Ucrania. Analistas señalaron la organización en grupos de autodefensa de sectores que no reconocen al nuevo Gobierno de Ucrania, surgido tras el derrocamiento del presidente Yanukovich por las protestas. El Gobierno local de Donetsk se declaró único poder legítimo en esa localidad y el Parlamento local creó un grupo de trabajo para preparar una consulta. En esa ciudad dos personas murieron en enfrentamientos entre sectores rusos y ucranianos. En general analistas señalan la creación en ciudades del sudeste de grupos de autodefensa así como la configuración de un movimiento popular que no reconoce a Kiev y reclama mayores derechos y garantías para esas regiones y para sus comunidades rusas. Por otra parte, también se han registrado enfrentamientos en el oeste entre milicias ultranacionalistas que se han negado a entregar las armas a las nuevas autoridades. A finales de marzo la Asamblea General de la ONU declaró no válido el reférendum de Crimea (por 100 votos a favor, 11 en contra y 58 abstenciones) e instó a una resolución pacífica de la situación. Además, el FMI aprobó un paquete de ayudas condicionado a reformas severas, apoyadas por la UE y aceptadas por el nuevo Gobierno. (New York Times, El País, Eurasia net, UN, La Vanguardia, 27/2/14-27/03/14)