SUDÁN DEL SUR: La escalada de violencia en los estados de Alto Nilo y Unidad agrava la crisis humanitaria y dificulta la solución negociada al conflicto
Durante el pasado mes de abril, se produjeron en los estados de Alto Nilo y Unidad, ubicadas al noreste del país, los mayores enfrentamientos que se recuerdan desde agosto de 2014, según valoró el International Crisis Group. La ofensiva lanzada por el Gobierno contra los rebeldes del SPLM/A-in Opposition, leales a Riek Machar, acentuó la crisis humanitaria en la zona, cortando la ayuda de emergencia a 650.000 personas y saldándose con múltiples denuncias de violaciones, incendios y saqueos cometidos por el Ejército. Semanas después las fuerzas rebeldes respondieron lanzando una contraofensiva en el estado del Alto Nilo, llegando a tomar la capital, Malakal, en un intento por cortar el suministro de petróleo al Gobierno. El portavoz de los rebeldes, James Gadet Dak, explicaba que el objetivo de la ofensiva era "negar a Salva Kiir la posibilidad de utilizar los ingresos del petróleo para perpetuar la guerra". Los rebeldes estuvieron respaldados por el comandante de la milicia local Shilluk, Johnson Olony, quien es una figura militar de gran alcance en el estado productor petrolero del Alto Nilo. El Gobierno de Salva Kiir acusó al Gobierno de Sudán de estar detrás de la ofensiva rebelde, a la vez que anunciaba la recuperación de Malakal y el control de todas las instalaciones petroleras, hecho negado por los rebeldes. Las hostilidades han dejado a más de 300.000 personas en una grave situación de emergencia alimentaria y sanitaria, generando más de 60.000 personas desplazadas en Bentiu, y otras 25.000 en Malakal, según informaron OCHA y UNMISS. ONG como Amnistía Internacional, Médicos Sin Fronteras o UNICEF, denunciaron las violaciones a los derechos humanos que estaban cometiendo las tropas gubernamentales contra la población civil. El grave deterioro de la seguridad obligó a las organizaciones humanitarias y a las agencias de la ONU a evacuar a su personal y a interrumpir la ayuda de emergencia. OCHA hizo un llamamiento a las partes del conflicto para que garantizaran el trabajo de las organizaciones de ayuda y poder así continuar con las operaciones de emergencia. Paralelamente, Ellen Margrethe Løj, representante especial de la ONU para Sudán del Sur, visitó algunas de las zonas afectadas en el estado de Unidad, e instó a la asunción de responsabilidades por las graves violaciones a los derechos humanos que el conflicto está generando, denuncia a la que se sumó Zeid Ra'ad Al Hussein, Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. EEUU y China también condenaron la intensificación de la violencia y reclamaron el cese inmediato de hostilidades, condenas que fueron también suscritas por otros actores relevantes como Inter-Governmental Authority on Development (IGAD), International Conference on the Great Lakes Region (ICGLR), World Council of Churches (WCC), South Sudan Council of Churches (SSCC), entre otras. Por su parte, el Consejo de Paz y Seguridad de la UA reaccionó instando al Consejo de Seguridad de la ONU a la designación de las personas y entidades para ser sancionadas, así como le solicitó de manera inmediata la imposición del embargo de armas sobre las partes beligerantes. El presidente Salva Kiir respondió frente a las medidas propuestas, que las sanciones serian improductivas y advirtió que éstas sólo intensificarían el conflicto. (AU, Reuters, 11-12-15/05/15; Oxfam, 14/05/15; AFP, 16, 20, 22 y 23/05/15; UNICEF, HRW, 18/05/15; Amnistia Internacional, 21/05/15; AP, 22/05/15; UN, 24/05/15; All Africa, 25-27/05/15; Aljazeera, 26/05/15; ICG 30/04/15)