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Naciones Unidas: renovarse o morir.

Josep Maria Royo, Investigador de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona.
http://blogs.elpais.com/

Los focos de las cámaras de los principales medios de comunicación de todo el mundo se han reunido en Nueva York para plasmar el 71º periodo de sesiones de la Asamblea General de la ONU. Este encuentro anual retrata en blanco y negro y con olor a naftalina una organización septuagenaria cuyos principales miembros se resisten a dejarla entrar en boxes a pesar de las numerosas críticas que la sitúan permanentemente al borde del abismo. Sin embargo, esta organización sigue siendo en la actualidad la principal garante de la paz y la seguridad internacionales de carácter multilateral. A pesar de numerosos fracasos y déficits, sobre todo democráticos y de representatividad en el seno de su principal órgano decisorio, el Consejo de Seguridad de la ONU.

Esta ocasión ha trascendido a las anteriores por el hecho de coincidir la salida de dos de sus principales líderes: por un lado, el presidente de los EEUU, Barack Obama, sobre el que se habían depositado tantas expectativas que incluso se le concedió de antemano un premio Nobel de la Paz, aunque su sello en Afganistán, Libia, Irak y Siria no pasará a la historia precisamente por su promoción de la diplomacia multilateral. Por el otro, el coreano Ban Ki-moon, después de liderar –con más pena que gloria– la organización durante los últimos nueve años. Entre sus éxitos se destaca el reciente acuerdo global contra el cambio climático y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, un brindis al sol viendo la actual cartera de líderes occidentales conservadores que debieran encabezar esta iniciativa, empezando por la UE.

Mientras, los objetivos de otras cámaras –con menos luz y taquígrafos– siguen intentando dar testimonio de las más de 4.000 personas de Siria, Iraq, Afganistán, Eritrea y otros países fallecidas durante el año 2016 en las aguas del Mediterráneo y de los centenares de miles de personas originarias de estos mismos países que han conseguido cruzar esta tumba abierta pero que se enfrentan a la inacción española, europea y de la ONU, cuando no el boicot activo -véase el fallido referéndum anti-inmigración de Hungría. Este gran fracaso internacional camuflado como crisis de refugio, los conflictos en Siria, Irak y Afganistán y el reto que supone Estado Islámico son los principales frentes que le deparan al nuevo secretario general de la ONU.

Sin embargo, existen otros muchos escenarios que se encuentran todavía más alejados de los focos de los medios de comunicación, tal y como han recordado algunos periodistas españoles y africanos en el I Encuentro de Periodistas África-España organizado por Casa África en Madrid, escenarios que tienen que luchar para tener una presencia que huya de los estereotipos que tradicionalmente acompañan la información que procede del continente africano.

Financiando el conflicto en RCA

Un bochornoso ejemplo de silencio mediático y de fracaso del papel de la ONU en los últimos años es la situación que padece la República Centroafricana (RCA). El 2 de septiembre se hizo público un nuevo escándalo concerniente al papel que la ONU está desempeñando en este país y cómo la organización incluso contribuye a financiar el conflicto armado que padece. Una investigación de IRIN, agencia creada en los noventa por la propia ONU que en 2015 decidió abandonar el corsé de la organización internacional, desveló que esta organización había pagado más de medio millón de dólares a una de las empresas que la propia ONU había incluido en su lista de empresas y particulares sancionadas por haber alimentado el conflicto armado en el país con la venta de diamantes procedentes de zonas en conflicto y por haber proporcionado apoyo a los grupos armados, y que a pesar de conocer este hecho seguía contratando a dicha empresa. Conocida como el Bureau d’Achat de Diamant en Centrafrique (BADICA), fue incorporada a la lista de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU en agosto de 2015 por su controvertido papel en el comercio de diamantes en la RCA. El Departamento de Operaciones de Mantenimiento de la Paz de la ONU confirmó a IRIN que alquilaba unos terrenos propiedad de BADICA en la capital donde se alojaba la Bangui Joint Task Force, el centro de operaciones conjuntas formado por la Policía de la ONU y los batallones de la MINUSCA, la misión de mantenimiento de la paz de la ONU en el país. BADICA forma parte del Grupo empresarial Abdoulkarim, con base en Antwerp (Bélgica), país en el que también vive su líder empresarial, Abdoulkarim Dan Azoumi.

Júlia Serramitjana IO-EPFoto: Júlia Serramitjana/IO

Fuentes de la ONU han argumentado que son conscientes de esta irregular situación desde que BADICA fuera incluida en la lista en agosto de 2015, pero la búsqueda de instalaciones que cuenten con las condiciones que ofrece el terreno de BADICA han sido infructuosas, por lo que sigue contratando a esta empresa. El mismo Consejo de Seguridad de la ONU ha señalado que los contratos pre-existentes con firmas sancionadas pueden continuar bajo determinadas circunstancias que se establezcan en las propias resoluciones. La actual extensión del contrato con BADICA expira a finales de octubre de 2016, y por el momento no hay noticias de que la ONU vaya a abandonar estas instalaciones, lo que pone de manifiesto no sólo el fracaso de la comunidad internacional para frenar la financiación de los actores que contribuyen a la prolongación de la guerra en el país, sino incluso su connivencia y responsabilidad en los hechos. El último informe de la ONU dibuja un panorama desolador de persistencia de tráfico de armas, de acciones bélicas de los grupos armados, de explotación ilícita de recursos naturales así como de abusos y desplazamiento de civiles.

Violencia sexual, abusos e impunidad


Pero el desolador panorama no termina aquí. Un recuento de las cifras que ha ofrecido la misma ONU en febrero de 2016 sobre acusaciones de abusos sexuales y violencia por personal de las misiones de la ONU situaron la RCA como el país donde se han producido más acusaciones de violencia y abusos del mundo en el año 2015, con 22 de las 69 denuncias. Una comisión de expertos designada por la misma ONU reconoció en 2015 el fracaso de la organización en hacer frente a esta situación, ejemplificada con la dimisión de Ander Kompass en junio de 2016. Este diplomático sueco, director de operaciones de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos (OHCHR), filtró a las autoridades francesas información clasificada de la ONU sobre abusos sexuales de menores cometidos por los soldados franceses. El Alto Comisionado de la OHCHR, el jordano Zeid bin Ra’ad, consideró que Kompass no había consultado esta decisión y forzó su dimisión, aunque posteriormente tuvo que readmitirlo. El alud de críticas forzó la creación de esta comisión de expertos, que determinó la pésima gestión de la ONU, por no haber atajado el problema de abusos que había detectado y por haber dedicado más esfuerzos a desacreditar a Kompass que a perseguir a los culpables. A su vez, exoneró a Kompass por las filtraciones. Sin embargo, éste decidió dimitir cargando contra el clima de impunidad y por la incapacidad de la ONU para corregir esta situación.

El ejemplo de RCA pone de manifiesto algunos de los principales déficits y retos que afronta la ONU en la actualidad. Esperemos que el nuevo secretario general de la ONU, el ex primer ministro socialista portugués António Guterres, pueda hacer virar la dirección de la nave. Su mismo proceso de elección, también opaco y antidemocrático como la organización,  ha suscitado movilizaciones internacionales para escoger una mujer –She4SG– y para democratizar el proceso –1 para 7.000 millones– que han oscurecido su candidatura.



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