Por Danilo Albín, Público. Con datos del ECP.
El horror no sabe de celebraciones. Los brindis por el nuevo año parecen cosas de extraterrestres en aquellos puntos del planeta donde no saben a ciencia cierta si acabarán el día vivos o muertos. Allá donde llueven misiles resulta una ilusión hablar del «año que vendrá»; allá donde la muerte lo domina todo sólo queda tiempo para esperar. Para llorar a los que ya no están. Para reclamar a la comunidad internacional que haga algo antes de que sea tarde.