Vicenç Fisas, Director de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona.
La reciente petición de Colombinas y Colombianos por la Paz de que las FARC liberen a las personas privadas de libertad, y una eventual respuesta positiva de la insurgencia en este sentido, nos volvería a poner en una situación de posibilidades de abrir un diálogo de fondo con la guerrilla o, cuando menos, el inicio de un discreto acercamiento exploratorio.
En ocasión de su 47 aniversario, las FARC hicieron público un comunicado con un lenguaje novedoso, en el que señalaba que jamás habían renunciado a la solución política del conflicto social y armado, que la violencia nunca había sido su razón de ser y que la paz era posible, insistiendo en la movilización de la gente. A modo de agenda, las FARC insistían en la distribución justa de la tierra y la reforma agraria integral, el establecimiento de efectivas políticas de salud preventiva, la democracia plena, el ejercicio pleno e integral de los derechos humanos, la reducción del gasto militar, el redireccionamiento de la política de defensa, el acuerdo humanitario, la vivienda digna, el desarrollo humano equilibrado, reglas fiscales que protejan a los más desfavorecidos, una ley de víctimas y restitución de tierras que beneficien a los sin tierra, la reforma del régimen de pensiones, la educación gratuita a todos los niveles, el salario justo y el empleo garantizado, la protección integral del medio ambiente, la garantía política para el debate y la participación en los órganos del poder político, el reconocimiento pleno a los derechos de género, el reconocimiento al aborto, y el derecho a la protesta y a la movilización social. Para las FARC, “la paz es un derecho que hay que hacer realidad, y la barbarie no puede seguir siendo parte del destino, y menos ahora que con la movilización se puede imponer un futuro cierto y civilizado”.
En mi opinión, este comunicado constituye un gesto de primera magnitud a favor de la paz, en la medida en que por primera vez prima la movilización social sobre cualquier estrategia belicista. Una misiva que es una invitación al diálogo y al silencio de las armas, pues nunca un comunicado de las FARC había sido tan enfático en una agenda política y social y menos partidario del empleo de las armas. Si además hace el gesto de liberar a las personas en su poder, se darían las condiciones para que el presidente sacara la llave de su bolsillo para iniciar el diálogo. Si esto se produjese, sugiero a las partes que presten atención a lo que ocurre en Filipinas entre el Gobierno y el National Democratic Front, brazo político de la guerrilla maoísta del New People’s Army, una guerrilla del tamaño de las FARC y la única, junto a las colombianas, que tiene un programa político. Con la mediación noruega, el NDF está negociando en estos momentos con el Gobierno filipino, y tienen previsto tratar los temas socieconómicos en el próximo mes de septiembre, si no surgen inconvenientes, y con el propósito de llegar a un acuerdo final en el próximo verano. Su agenda no es muy diferente a la de las FARC, pero tienen la ventaja de haber empezado y de haberse puesto unos plazos razonables para llegar a un acuerdo. Este acuerdo no sería más que una agenda de compromisos de base, en el entendido que sólo a través de los años y de la actividad política normal será posible hacer realidad los cambios estructurales que se hayan planteado.
Hace cinco años, la Escuela de Cultura de Paz reunió en Madrid a todos los comisionados de paz gubernamentales que existían en el mundo, asistiendo una delegación de Colombia y el comisionado filipino. Fruto de este encuentro, ambas instituciones (en Filipinas existe la Oficina Presidencial para el Proceso de Paz-OPAPP) han mantenido el contacto, y sería bueno que en la perspectiva de un futuro diálogo con las FARC, el comisionado colombiano y su equipo se reuniera con la comisionada filipina, Teresita Quintos Deles, y con el mediador noruego, Ture Lundh, para analizar la experiencia de la negociación con el NDF. Puestos a pedir, sería igualmente provechoso un encuentro entre el delegado de las FARC y la comisión negociadora del NDF, para que intercambiaran impresiones. En el ámbito de la negociación, existen múltiples casos de grupos armados que han aprendido mucho de procesos de paz llevados a cabo en otros continentes. Es frecuente que se organicen encuentros, propiciados en la mayoría de los casos por el país facilitador o por el grupo de Países Amigos. Creo que Filipinas puede ser un buen espejo para las FARC, y que existen ya las bases para que se aproveche de la experiencia de la OPAPP. Desde la Escuela de Cultura de Paz nos ofrecemos para hacer de puente, cuando el presidente lo estime oportuno y se den las condiciones.
En ocasión de su 47 aniversario, las FARC hicieron público un comunicado con un lenguaje novedoso, en el que señalaba que jamás habían renunciado a la solución política del conflicto social y armado, que la violencia nunca había sido su razón de ser y que la paz era posible, insistiendo en la movilización de la gente. A modo de agenda, las FARC insistían en la distribución justa de la tierra y la reforma agraria integral, el establecimiento de efectivas políticas de salud preventiva, la democracia plena, el ejercicio pleno e integral de los derechos humanos, la reducción del gasto militar, el redireccionamiento de la política de defensa, el acuerdo humanitario, la vivienda digna, el desarrollo humano equilibrado, reglas fiscales que protejan a los más desfavorecidos, una ley de víctimas y restitución de tierras que beneficien a los sin tierra, la reforma del régimen de pensiones, la educación gratuita a todos los niveles, el salario justo y el empleo garantizado, la protección integral del medio ambiente, la garantía política para el debate y la participación en los órganos del poder político, el reconocimiento pleno a los derechos de género, el reconocimiento al aborto, y el derecho a la protesta y a la movilización social. Para las FARC, “la paz es un derecho que hay que hacer realidad, y la barbarie no puede seguir siendo parte del destino, y menos ahora que con la movilización se puede imponer un futuro cierto y civilizado”.
En mi opinión, este comunicado constituye un gesto de primera magnitud a favor de la paz, en la medida en que por primera vez prima la movilización social sobre cualquier estrategia belicista. Una misiva que es una invitación al diálogo y al silencio de las armas, pues nunca un comunicado de las FARC había sido tan enfático en una agenda política y social y menos partidario del empleo de las armas. Si además hace el gesto de liberar a las personas en su poder, se darían las condiciones para que el presidente sacara la llave de su bolsillo para iniciar el diálogo. Si esto se produjese, sugiero a las partes que presten atención a lo que ocurre en Filipinas entre el Gobierno y el National Democratic Front, brazo político de la guerrilla maoísta del New People’s Army, una guerrilla del tamaño de las FARC y la única, junto a las colombianas, que tiene un programa político. Con la mediación noruega, el NDF está negociando en estos momentos con el Gobierno filipino, y tienen previsto tratar los temas socieconómicos en el próximo mes de septiembre, si no surgen inconvenientes, y con el propósito de llegar a un acuerdo final en el próximo verano. Su agenda no es muy diferente a la de las FARC, pero tienen la ventaja de haber empezado y de haberse puesto unos plazos razonables para llegar a un acuerdo. Este acuerdo no sería más que una agenda de compromisos de base, en el entendido que sólo a través de los años y de la actividad política normal será posible hacer realidad los cambios estructurales que se hayan planteado.
Hace cinco años, la Escuela de Cultura de Paz reunió en Madrid a todos los comisionados de paz gubernamentales que existían en el mundo, asistiendo una delegación de Colombia y el comisionado filipino. Fruto de este encuentro, ambas instituciones (en Filipinas existe la Oficina Presidencial para el Proceso de Paz-OPAPP) han mantenido el contacto, y sería bueno que en la perspectiva de un futuro diálogo con las FARC, el comisionado colombiano y su equipo se reuniera con la comisionada filipina, Teresita Quintos Deles, y con el mediador noruego, Ture Lundh, para analizar la experiencia de la negociación con el NDF. Puestos a pedir, sería igualmente provechoso un encuentro entre el delegado de las FARC y la comisión negociadora del NDF, para que intercambiaran impresiones. En el ámbito de la negociación, existen múltiples casos de grupos armados que han aprendido mucho de procesos de paz llevados a cabo en otros continentes. Es frecuente que se organicen encuentros, propiciados en la mayoría de los casos por el país facilitador o por el grupo de Países Amigos. Creo que Filipinas puede ser un buen espejo para las FARC, y que existen ya las bases para que se aproveche de la experiencia de la OPAPP. Desde la Escuela de Cultura de Paz nos ofrecemos para hacer de puente, cuando el presidente lo estime oportuno y se den las condiciones.