Por Josep Maria Royo, en Africaye.org.
Mientras la atención de la comunidad internacional se centra en la grave situación derivada de la invasión militar rusa en Ucrania que ha desencadenado una guerra de graves consecuencias para la población civil y donde se estarían cometiendo crímenes de guerra y contra la humanidad, otras situaciones de violencia y graves vulneraciones de los derechos humanos siguen activas y agravándose día a día. A mediados de noviembre de 2021, milicianos del grupo armado congolés Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF) cometieron varios atentados en la capital ugandesa, Kampala, lo que supone un salto geográfico y cualitativo de las acciones del grupo en los últimos años. Los atentados de las ADF en suelo ugandés desencadenaron una respuesta armada de Uganda en territorio congolés, lo que puede implicar una escalada en la evolución y gravedad de este conflicto de graves consecuencias. Este operativo ugandés, además, reabre uno de los episodios más graves y mortíferos que ha vivido el continente africano en las últimas décadas, la intervención ugandesa y de otros países de la región, principalmente Ruanda y Burundi, en la conocida como Primera Guerra Mundial Africana (1998-2003), todavía en el recuerdo de la ciudadanía congolesa y de la región de los Grandes Lagos por las graves consecuencias que tuvo en RDC en términos de vidas humanas y que todavía hoy persisten en lo concerniente a la inestabilidad y violencia presente en el este del país. Tras cinco meses en territorio congolés, se desconoce el balance de la operación, pero los continuos ataques de las ADF y nuevos desplazamientos de población ponen de manifiesto la persistencia de la situación.