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Boko Haram: Balance de un año trágico.

Iván Navarro, Investigador de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona.
africaye.org

Desgraciadamente, durante las últimas semanas y días, hemos seguido asistiendo a un goteo incesante de noticias sobre atentados, ataques y secuestros por parte del grupo nigeriano Boko Haram, cometidos en el norte de Nigeria o en los países fronterizos, Chad, Níger y Camerún. Sin ir más lejos, antes de ayer, domingo 31 de enero, se informó de un ataque a la comunidad de Dalori, en el estado de Madiguri, norte de Nigeria, reportándose al menos 86 víctimas mortales, donde varios testigos señalaron que el grupo islamista quemó a niños y niñas vivos. El viernes 29, once personas fueron asesinadas en la ciudad de Gombi, estado de Adamawa; en Chibok, otro ataque causó al menos 12 muertos el miércoles 27; el lunes 25, cuatro atentados suicidas (de los cuales al menos dos fueron realizados por menores víctimas de Boko Haram) se produjeron en Camerún dejando un balance de más de 30 muertos y alrededor de 60 personas heridas. Estos acontecimientos solamente representan los datos de la última semana de enero, y suman aproximadamente 140 personas asesinadas y un número indeterminado de heridas. Hoy, desde Africaye, hacemos un pequeño balance de lo que ha significado el conflicto de Boko Haram en el norte de Nigeria y en la región del Lago Chad durante 2015. Pero, antes de iniciar, una breve contextualización.

¿Quién es Boko Haram?
Ahllissunah Wal Lidda’awati Jihad, o lo que es lo mismo, Grupo Salafista para la Propagación de las Enseñanzas del Profeta y la Yihad, es el verdadero nombre de la secta armada conocida comúnmente como Boko Haram, expresión hausa que significa literalmente “la educación occidental es pecado” o “está prohibida”. Su surgimiento hunde sus raíces en el subdesarrollo económico del norte del país; en los agravios que los sucesivos regímenes nigerianos han generado frente a la población del norte, siendo esta mayoritariamente excluida y marginada por el estado central; y en la progresiva pérdida de poder político, militar y administrativo que sus representantes han sufrido desde la independencia. Sus orígenes por tanto, como expone la Escola de Cultura de Pau, responden a una lectura histórica centrada sobre la región septentrional nigeriana, caracterizada por albergar los estados más pobres del país, con una gran falta de expectativas de desarrollo y lastrada por una clase política corrupta y cleptómana que han llevado a la población norteña a la desafección política y a buscar en el Islam una alternativa que restablezca la dignidad y la ética social. Herederos de Nigerian Taliban- nombre con el que se conocía al movimiento integrista islámico Ahlul Sunnah Jamaa (Seguidores del Profeta)-, Boko Haram, bajo el liderazgo de Ustaz Mohammend Yusuf, surge en el año 2002 con la agenda de instaurar un estado islámico en Nigeria frente a un sistema al que consideran corrupto y occidentalizado. Inicialmente sus acciones se centran en ataques contra fuerzas de seguridad nigerianas e intereses gubernamentales en los estados norteños de Yobe y Borno. En julio de 2009, tras las detenciones de varios miembros del movimiento y las posteriores revueltas que se saldan con la muerte de cerca de 800 militantes de Boko Haram y 28 policías, así como con la detención y posterior ejecución extrajudicial, a manos de la policía, del líder del movimiento Mohammend Yusuf, Boko Haram se radicaliza y se convierte en lo que ahora conocemos. La llegada de Abubakar Shekau, quien toma el mando de la organización tras el asesinato de Yusuf, incrementó la intensidad de la guerra y redirigió la violencia contra la población civil en su objetivo de establecer un califato en el norte del país.

Balance de 2015

2014 acabó siendo un año trágico para Nigeria, debido en gran parte a la violencia ejercida en el norte del país. Los datos del conflicto, tal y como presentó el informe del Institute for Economics and Peace: 2015 Global Terrorism Index, habían colocado a la insurgencia dirigida por Abubakar Shekau, como el grupo terrorista más letal del mundo en 2014, con un balance de 6.644 muertes que superaron las 6.073 registradas por parte de ISIS. Estos datos, si bien pueden ser cuestionables en cuanto a la forma de contabilizar las muertes, como bien expone Ryan Cummings en su análisis World’s Deadliest? Boko Haram and the Challenge of Quantifying Violence, no dejan de representar unas cifras alarmantes y tremendamente desoladoras para la población que habita los estados norteños de Borno, Adamawa, Yowe y Gombe, donde Boko Haram actúa principalmente. El informe del Institute for Economics and Peace  colocaba a Nigeria en el puesto tercero en cuanto a nivel de violencia de 162 estados considerados -sólo superado por Siria e Irak- donde a la violencia de Boko Haram, se unió además la violencia intercomunitaria causada por pastores fulani, que dejó un saldo de 1.229 muertes en 2014, frente a las 63 que se habían registrado en 2013.

Durante 2015, las cifras no han sido mejores. El programa del Council on Foreign Relations, The Nigeria Security Tracker, documentó en 2015 un total de 7.492 muertes producidas por el conflicto de Boko Haram solamente en los cuatro estados norteños citados anteriormente, siendo el estado de Borno, con 6.162 muertes reportadas, el epicentro de la violencia. En este estado, en un solo ataque registrado a principios de enero, la organización armada perpetró la que ha sido considerada como una de sus peores acciones, atacando durante días la localidad de Baga, en una operación que organizaciones internacionales de derechos humanos, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, estimaron que dejó un balance de alrededor de 2.000 personas asesinadasLa masacre de Baga sucedía al mismo tiempo que un comando de al-Qaeda atacaba en París la redacción de Charlie Hebdo asesinando a 11 personas. Una fue noticia, la otra no.

Otros registros, como los del centro de investigación Armed Conflict Location & Event Data Project, han situado en 10.601 las muertes totales acaecidas en 2015 relacionadas directamente con la violencia de la insurgencia islamista en toda la región, siendo Boko Haram el grupo armado africano más letal con mucha diferencia del segundo, la milicia islamista somalí Al-Shabaab, a la que se atribuyen 2.496 muertes.

La violencia de Boko Haram en 2015 también ha provocado el desplazamiento forzado interno de 1.491.706 personas en Nigeria, obligando a otras 150.000 personas a refugiarse en países vecinos como Chad, Níger y Camerún, según datos de abril de 2015 del Internal Displacement Monitoring Centre (IDMC). A su vez, datos proporcionados por la agencia humanitaria de la ONU, IRIN, estimaron en 66.000 las personas desplazadas internamente por la violencia atribuida a la insurgencia nigeriana en Níger, 68.162 en Chad y 92.658 en Camerún.

A finales de año, UNICEF denunció el impacto que el conflicto está teniendo en los menores, dejando a cerca de un millón de niños y niñas de Nigeria y los países vecinos sin educación, debido a la imposibilidad de asistir a la escuela, ya que alrededor de 2.000 centros escolares permanecen cerrados por el conflicto. Además, la ONG denunció que muchas familias no quieren enviar a sus hijos e hijas a las escuelas debido al miedo a que sean atacadas, como ocurrió en abril de 2014, con el secuestro de 276 niñas de una escuela en Chibok –estado de Borno- que siguen aún desaparecidas y que ha obligado al gobierno nigeriano a confirmar, en septiembre de 2015, el desarrollo de negociaciones con un ala moderada de Boko Haram para tratar de lograr su liberación.

¿Qué ha pasado en la región? Breve cronología del año

Nigeria
 En 2015, el conflicto continuó agravándose, manteniendo la escalada de violencia a través de atentados suicidas y desarrollándose una mayor internacionalización de la disputa. Como en períodos anteriores, el grupo armado mantuvo sus cruentas ofensivas, atentados, ataques suicidas contra mercados y estaciones de autobuses, ofensivas contra mezquitas, asesinatos indiscriminados y enfrentamientos con las fuerzas de seguridad nigerianas y de los Estados vecinos. Algunas de sus acciones causaron especial consternación, como por ejemplo el uso de menores obligados a perpetrar ataques suicidas, que se produjeron durante todo el año principalmente en los estados de Borno, Adamawa, Yobe y Gombe, así como en los países fronterizos. En marzo –en lo que algunos analistas de seguridad leyeron como un acto de propaganda-, Boko Haram declaraba su lealtad a ISIS y a su líder Abu Bakr al-Baghdadi, hecho que tuvo una gran repercusión en la estrategia de lucha regional contra la insurgencia.

Sin duda, el anuncio de la creación y despliegue de la Fuerza Multinacional (MNJTF por sus siglas en inglés) para luchar contra la insurgencia, la cual estaría formada por 8.700 tropas de varios países (Níger, Nigeria, Chad, Camerún y Benín), marcó el inicio del año, incrementándose los niveles de violencia y extendiéndose a los países vecinos, sobre todo en la región del Lago Chad. UNICEF alertó del incremento de los ataques suicidas como estrategia de guerra por parte de Boko Haram, el 75% de los cuales fueron cometidos utilizando a mujeres, y en ocasiones también a niñas. El cambio en el modus operandi del grupo se debió al impacto que estaba teniendo la pérdida de territorio por la intervención conjunta de la fuerza regional, quienes arrebataron a principios de año importantes franjas de territorio a la milicia. Las acciones conjuntas de la MNJTF habían logrado aislar significativamente a Boko Haram, reduciendo su territorio a Sambisa Forest, y limitando su capacidad de ataque. El 31 de julio de 2015 los presidentes de Nigeria y Camerún, Muhammadu Buhari y Paul Biya, anunciaron que se había completado el despliegue de la MNJTF, notificando que esta pondría fin a la insurgencia antes de acabar el año. El inicio del segundo semestre del año vino acompañado de nuevos atentados suicidas enmarcados en la campaña impulsada por el ISIS para incrementar la violencia durante el mes del Ramadán.

El balance anual presentado por el Armed Conflict Location & Event Data Project, daba cuenta de una reducción significativa de muertes por el conflicto en el mes de noviembre, con 264 personas fallecidas, que representaba la cifra más baja registrada en Nigeria desde febrero de 2013. Estos datos suponían una reducción significativa de la violencia, pues empezaban a mostrar una pequeña tendencia de desescalada de la guerra desde el mes de agosto, poniendo al país a punto de cerrar el año con una diferencia sustancial en el número de eventos violentos y muertes, después de los alrededor de 3.000 muertos registrados durante el mes de enero de 2015 en todo el país. Sin embargo, el mes de diciembre, con 731 nuevas muertes registradas, volvió a bajar el optimismo y a cuestionar la estrategia militar de combate a la rebelión.


A lo largo del año, Amnistía Internacional (AI) publicó dos informes sobre Nigeria donde señalaba cómo tanto Boko Haram como el ejército nigeriano estaban cometiendo crímenes de guerra y contra la humanidad, en un círculo de violencia que se retroalimenta. En el primero de ellos, titulado  Our job is to shoot, slaughter and kill, dado a conocer a mediados de abril, la ONG denunció que más de 2.000 mujeres y niñas habían sido capturadas por la insurgencia desde principios de 2014, siendo sometidas a situaciones de esclavitud sexual y a entrenamiento para participar en ofensivas armadas. De acuerdo con el informe, Boko Haram habría cometido crímenes de guerra y contra la humanidad. En el segundo informe, Stars on their shoulders. Blood on their hands. War crimes committed by the Nigerian military”  presentado en el mes de junio, AI denunció a su vez los crímenes de guerra y contra la humanidad cometidos por el ejército nigeriano en su estrategia de guerra contra Boko Haram, instando a que nueve comandantes de alto rango de las FFAA nigerianas fueran investigados por la Corte Penal Internacional por su papel en los asesinatos, las ejecuciones extrajudiciales y las torturas a miles de personas durante la lucha contra la insurgencia.

Níger
En el vecino del norte, la violencia de Boko Haram afectó sobre todo a la región fronteriza de Diffa, ubicada al sureste del país, generando una fuerte crisis humanitaria en la zona que obligó al gobierno nigerino a declarar el estado de emergencia y a solicitar ayuda internacional debido a la llegada de alrededor de 150.000 personas refugiadas de Nigeria a principios de año. A los ataques de la insurgencia en Diffa, principalmente en las ciudades de Bosso y Diffa, el ejército nigerino respondió con fuerza el 6 de febrero, dejando un balance de al menos 100 insurgentes muertos. En febrero, el parlamento nacional aprobó que el país se uniera a la fuerza regional (MNJTF) para combatir a la insurgencia, suscribiendo el envío de 750 soldados. La respuesta de Boko Haram fue incrementar los ataques: el 25 de abril, atacó la base militar nigerina en Karamga Island (Lago Chad,) con un balance de 50 soldados nigerinos, 26 civiles y 156 insurgentes muertos, en lo que representó el primer gran ataque del año. A principios de mayo, el Gobierno informó de la detención, entre los meses de febrero y marzo, de 643 personas sospechosas de colaborar con Boko Haram. Durante los siguientes meses, la situación prevaleció sin grandes cambios, acentuándose la crisis en Diffa. El año concluyó con una disminución de los ataques, aunque persistió la inseguridad en las regiones fronterizas con los estados nigerianos de Yobe y Borno.

Chad

A mediados de febrero, Boko Haram lanzó su primer ataque en territorio chadiano y, desde entonces, no pararon de aumentar el número de acciones y las consecuencias en términos de vidas humanas. Idriss Déby, presidente chadiano, se reunió en enero con el ministro de Defensa de Camerún y anunció su contribución a la lucha regional contra Boko Haram con el envío de 2.500 soldados destinados a la MNJTF, cuyo cuartel general sería ubicado en Yamena, capital chadiana. El 27 de mayo, Boko Haram atacó una posición del ejército en la isla de Choua, en el Lago Chad, en la que murieron cuatro soldados y 33 miembros de la insurgencia, y el 15 de junio se produjo el primer atentado suicida de la organización en Yamena, contra una academia de policía en la que murieron al menos 30 personas y otras 100 resultaron heridas. Este grave atentado provocó un incremento de las medidas de seguridad en la capital, la expulsión de unos 300 cameruneses a finales de junio y el cierre de la frontera de Chad con Camerún. A finales de junio se produjo la detención de al menos 60 sospechosos de pertenecer a Boko Haram en lo que sería una célula del grupo en la capital chadiana. A raíz de estas acciones, el 3 de julio, el gobierno anunció el establecimiento de una nueva ley antiterrorista que fue duramente criticada porque utilizaba la excusa de la lucha contra el terrorismo para limitar derechos básicos. En agosto, diez miembros de la milicia, acusados de perpetrar el doble atentado suicida de junio en la capital, fueron condenados a muerte y ejecutados. El 10 de octubre, se produjo el atentado más grave de todo el año, con la muerte de 41 personas en diversos ataques suicidas coordinados en la localidad de Baga Sola, en la región del Lago Chad. A pesar del fuerte despliegue de efectivos, los atentados y ataques suicidas prosiguieron, lo que comportó que las autoridades declarasen el estado de emergencia en la región del Lago Chad el 9 de noviembre. En diciembre, un atentado suicida cometido por cuatro mujeres en un mercado en la isla de Koulfoua dejó un balance de 27 personas fallecidas y otras 130 heridas, en lo que fue el último incidente del año.

Camerún
Durante 2014, Camerún había sido objetivo de ataques perpetrados por Boko Haram, lo que había llevado al ejecutivo a proponer una ley antiterrorista que fue respaldada por el Parlamento el 4 de diciembre, generando también duras críticas por parte de la oposición. La aprobación de la nueva legislación incidió en nuevos ataques por parte de la organización armada en las provincias fronterizas, concentrándose principalmente en la provincia conocida como Norte Extremo. A su vez, también se reportaron numerosos secuestros, contabilizándose al menos 80 civiles en la provincia de Mayo Sava. La ola de incidentes se enmarcó en medio de las amenazas realizadas por parte de Abubakar Shekau hacia Camerún, Níger y Chad por anunciar la creación de la fuerza regional. Estas amenazas y el deterioro de la situación hicieron que el gobierno, presidido por Paul Biya, solicitase ayuda internacional, recibiendo la de Rusia, EEUU y Francia. A mediados de julio, se produjeron cuatro ataques suicidas en Fotokol y Maroua, que causaron la muerte de cerca de 40 personas. El gobierno camerunés respondió prohibiendo el uso del burqa, expulsando a cientos de nigerianos sin documentación, así como enviando 2.000 soldados más a la zona. El presidente estadounidense Barack Obama confirmó el 14 de octubre el envío de 3.000 soldados y material militar para ayudar al gobierno de Biya en su lucha contra la insurgencia islamista. Las tropas estadounidenses -que oficialmente no tienen asignadas misiones de combate, sino de asesoría- se desplegaron en la ciudad de Garoua, en la provincia del Norte. En los últimos meses de 2015, se siguieron registrando docenas de atentados y enfrentamientos entre Boko Haram y el ejército camerunés, dinámica que ha proseguido a principios de este 2016.

A modo de cierre

El despliegue de la fuerza regional (MNJTF) y la estrategia de militarización y antiterrorista desarrollada por el gobierno nigeriano y sus aliados regionales e internacionales, ha acentuado la espiral de violencia en la región, dando una de cal y otra de arena. Si bien es verdad que la estrategia militar ha logrado reducir considerablemente el territorio controlado por la insurgencia en el norte de Nigeria, tampoco es menos cierto que ello ha traído como colación la expansión de la violencia en la región del Lago Chad y el cambio en el modus operandi de Boko Haram, acentuando los atentados suicidas y las acciones contra la población civil. Si en 2014 el grupo dirigido por Shekau se situaba como el más letal del mundo con 6.644 muertes, como hemos visto, durante el 2015, y con el despliegue de la fuerza regional, las cifras de muertos lejos de descender han aumentado hasta las 10.601. Ello plantea muchas preguntas sobre la efectividad y la eficiencia de la estrategia, pero sobre todo abre un gran interrogante: ¿En qué lugar de la estrategia de securitización ha quedado la protección de la población civil? Hasta ahora no parece que haya estado muy presente, o al menos no ha demostrado tener mucho éxito. Esta situación debería de ser un elemento de reflexión de calado sobre la idoneidad de la solución exclusivamente militar –con todo lo que ya sabemos que conlleva, empezando con las vulneraciones de los derechos humanos que suelen acarrear- o si por el contrario, se deberían de incluir otros mecanismos de construcción de paz que ofrezcan un abordaje mucho más integral y que pongan en el centro las causas de origen del conflicto y la protección de la población. Esperemos que el Departamento de Paz y Seguridad de la Unión África (AU-PSD), que estos días se reúne en la 26ª asamblea de la Unión Africana en Addis Abeba, Etiopia, y que tiene como punto central de la agenda abordar mecanismos para contener y resolver la violencia política en el continente, pueda dar nuevas respuestas.

Más información: http://www.africaye.org



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