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Camerún: al borde de la guerra civil.

Josep Maria Royo, Investigador de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona.
Publicado en 
Africaye

Camerún, conocido como “el África en miniatura”, por ser el hogar de más de 230 grupos lingüísticos diferentes, hasta la fecha no había atraído la atención de la comunidad internacional a pesar de la mala gobernabilidad vinculada a una excesiva centralidad del sistema político y de los altos índices de corrupción que azotan el país liderado por el sempiterno Paul Biya desde 1982. No obstante, el país afronta una escalada de la inestabilidad vinculada a diversas cuestiones internas y regionales que pueden situarle en 2018 al borde de la guerra civil en un año crucial para el país.

Consecuencias regionales de los conflictos del Lago Chad y de la República Centroafricana
Camerún está sufriendo las consecuencias de estar situado entre dos de los peores conflictos armados que han afectado el continente africano en los últimos años: los que padecen sus vecinos Nigeria y la República Centroafricana. En el caso de Nigeria, el conflicto con Boko Haram en un primer momento afectaba el norte de Nigeria pero progresivamente se ha ido ampliando desde 2014 a toda la subregión del Lago Chad, incluyendo a Chad, Níger y Camerún. En el caso de Camerún, la región más afectada es la región de Far North,donde se estima que han muerto alrededor 2.000 personas (unos 1.800 civiles y 175 soldados) como consecuencia de los ataques de Boko Haram (BH). El grupo ha secuestrado unas mil personas y ha quemado y saqueado decenas de localidades. La región de Far North alberga 96.000 personas nigerianas huidas del conflicto que a su vez también ha provocado el desplazamiento de 241.000 cameruneses por las acciones de este grupo armado a fecha de enero de 2018. Aunque el grupo está debilitado por las acciones militares coordinadas a nivel regional, en 2017 han muerto 27 soldados y gendarmes, así como 210 civiles, y podría escalar en función de la implicación del Gobierno en la región. En lo concerniente a la República Centroafricana, a fecha de enero de 2018, 249.000 personas centroafricanas han huido de la escalada de los enfrentamientos entre las milicias ex Séléka y las anti-balaka durante los últimos tiempos y buscado refugio en las regiones camerunesas de Adamawa, Este y Norte, según UNHCR, agravando la situación humanitaria en la zona. Además, grupos armados procedentes de RCA han perpetrado esporádicos ataques y secuestros en localidades fronterizas camerunesas lo que ha provocado la respuesta militar camerunesa y el cierre puntual de la frontera común.

Ambazonia y el derecho a la autodeterminación de los pueblos
Mientras Occidente parecía tener la vista puesta en el conflicto político que atraviesa Catalunya en relación al Estado español, coincidiendo con la celebración del referéndum sobre su independencia y el millar de civiles heridos causados por la intervención desproporcionada de los cuerpos de seguridad españoles para neutralizar dicho proceso, el 1 de octubre de 2017 también pasó a la historia para el antiguo sur del Camerún británico. Ambazonia –territorio que engloba las dos regiones occidentales de mayoría anglófona del país (Northwest y Southwest)– declaraba su independencia.

¿Qué es Ambazonia?
Tras la derrota de Alemania en la Primer Guerra Mundial, Camerún quedó bajo el mandato de la Sociedad de Naciones y se dividió entre el Camerún francés y el Camerún británico. En 1961 los dos territorios del Camerún británico celebraron un plebiscito en el que se limitaba su autodeterminación a la unión con la ya independiente República de Camerún (antiguo Camerún francés) o a la unión con Nigeria. La parte sur del Camerún británico decidió unirse a la República del Camerún, mientras que el norte prefirió adherirse a Nigeria. Una re-unificación mal conducida en los años sesenta, basada en la centralización y la asimilación, ha llevado a la minoría anglófona del antiguo sur del Camerún británico (20% de la población del país) a sentirse marginada política y económicamente por parte de las instituciones del Estado, controlado por la mayoría francófona. Sus frustraciones se incrementaron a finales de 2016 cuando una serie de agravios sectoriales se transformaron en demandas políticas, lo que provocó huelgas, disturbios y una escalada creciente de la tensión y de la represión gubernamental. Este clima ha contribuido a que una mayoría de la población de la región exija un nuevo estatus político de carácter federal sin excluir la secesión de la región. Esta movilización ha comportado el resurgir de los movimientos identitarios que datan de los años setenta. Estos movimientos exigen un retorno al modelo federal que existió entre 1961 y 1972. La confianza entre los activistas anglófonos y el Gobierno se ha visto socavada por el arresto de las principales figuras del movimiento federalista en enero de 2017, que ha dado alas a sectores favorables a la lucha armada como única vía para alcanzar la independencia.

A principios del año 2017 el Gobierno cortó el acceso a internet en la región de mayoría anglófona durante tres meses, argumentando que las redes sociales se estaban utilizando para instigar los disturbios, perjudicando especialmente al Sillicon Mountain, el pequeño Sillicon Valley californiano situado en Buea, la capital de la región de Southwest. La respuesta social combinó una campaña de desobediencia civil de seis meses de huelgas generales y boicots escolares que significaron todo un año escolar perdido. Aunque el Gobierno camerunés llevó a cabo algunas medidas para distender la situación (retirada de cargos y liberación de los líderes anglófonos detenidos en enero de 2017), la declaración de independencia el 1 de octubre y la proclamación de la República Federal de Ambazonia, que agrupa a las dos regiones anglófonas, aceleraron los acontecimientos.

En vísperas del 1 de octubre (fecha en que se conmemora el Día de la Unificación camerunesa), el Gobierno realizó un intenso despliegue de cuerpos de seguridad, impuso restricciones de circulación y reunión y cortó el acceso a las redes sociales. La represión violenta de las masivas movilizaciones del 22 de septiembre y el 1 de octubre de 2017 ha desencadenado el surgimiento de movimientos insurgentes. Decenas de miles de personas se manifestaron y el 1 de octubre proclamaron la independencia de la región, conocida como Ambazonia, lo que contribuyó a alimentar una respuesta represiva del Gobierno central, día en el que se produjeron decenas de muertes como consecuencia de la intervención represiva. Los movimientos secesionistas formaron un gobierno interino, nombraron a Julius AyukTabe como nuevo presidente interino y éste nombró a su gabinete en el exilio.

Desde octubre de 2016 hasta principios de 2018 han muerto más de un centenar de civiles, unas decenas de soldados y gendarmes y un número indeterminado de insurgentes, más de 1.000 personas han sido arrestadas, más de 30.000 personas han buscado refugio en Nigeria y decenas de miles de personas se han desplazado internamente como consecuencia de la violencia. La escalada de la tensión en las regiones anglófonas tiene además como consecuencia el incremento de las acciones de BH ante la débil reacción de los cuerpos de seguridad, según señala ACLED, ya que el Gobierno camerunés está más preocupado en hacer frente a las acciones de las organizaciones insurgentes de las regiones anglófonas que a los ataques de BH contra la población civil en el norte de Camerún, por lo que BH está aprovechando esta situación.

Ante esta convulsa situación, el país se ve afectado por una creciente inseguridad alimentaria agravada por la afluencia de poblaciones desplazadas como consecuencia de los diferentes escenarios de inestabilidad interna y regional. Según un informe del PMA de diciembre de 2017, el 16% de la población del país (3,9 millones de personas) se enfrenta a una situación de inseguridad alimentaria entre moderada y grave.

El Camerún de Paul Biya
Todo esto guarda relación con los problemas estructurales que padece el país en términos de gobernabilidad, que se une a la grave situación económica derivada de la subida de los precios y la caída del crecimiento del país como consecuencia de la crisis. Para agravar la situación, el país debe celebrar cuatro ciclos electorales en 2018: municipales, senatoriales, parlamentarias y presidenciales. Aunque no se auguran muchas novedades respeto a sus resultados, ya que el país está controlado por el partido en el poder desde la independencia en 1960, el Rassemblement Démocratique du Peuple Camerounais (RDPC), que hasta 1985 se denominaba Union Nationale Camérounaise. El RDPC ha ganado sistemáticamente todas las elecciones, algunas boicoteadas por la oposición política, que acusa al RDPC de controlar todos los mecanismos del poder en el país. El límite de mandatos presidenciales fue eliminado por el Parlamento en 2008, facilitando la perpetuación de Biya en el poder, decisión que provocó en ese momento una escalada de las movilizaciones y de la represión de los cuerpos de seguridad. Las elecciones en el país se han visto sistemáticamente plagadas de fraude e irregularidades denunciadas por la oposición y detectadas por observadores internacionales. En este sentido, los cuatro ciclos electorales del otoño de 2018 que culminarán con las elecciones presidenciales enoctubre serán un nuevo termómetro de la gobernabilidad en el país ante un posible inicio de transición programada por Paul Biya (85 años), el gobernante con más años en el poder en todo el continente africano. Aunque se prevé que vuelva a presentarse y a conseguir una amplia mayoría, su partida podría incrementar la inestabilidad, según diversos analistas, debido a las pugnas internas en el seno del RDPC para sucederle. Por otra parte, también apuntan a un boicot electoral por parte de los movimientos independentistas en las regiones occidentales que podría ampliarse a otras zonas del país. En conclusión, la confluencia de los diferentes ejes de división y conflictos locales, nacionales y regionales podrían provocar una involución del país y una espiral de violencia e inestabilidad de consecuencias imprevisibles.

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«Escuchar y no inflamar», por Pau Rodríguez, con entrevista a Cécile Barbeito.

El Diario. El debate sobre la violencia y los disturbios se ha colado estos días …