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Carta abierta al ELN.

Vicenç Fisas, Director de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona.
Semana.com
Se han perdido cinco años y es momento de que el ELN retome la iniciativa política y escuche de nuevo las demandas de paz de la sociedad civil que tanto dice respetar.

En febrero, la revista del ELN publicó una editorial titulada “La paz, un imperativo para Colombia”, en el que señalaba que “es hora de reflexionar, de flexibilizar las posturas inamovibles y entender que para Colombia, la paz es un imperativo y que esa paz no es sometimiento de una parte a la otra, sino la confluencia basada en escucharnos, entender la vida en sociedad como convivencia, como derechos y deberes de todos, para construir un futuro de prosperidad, democracia, justicia y equidad… El gobierno nacional y la insurgencia debemos recibir con humildad, los llamados de la comunidad internacional, a propiciar un diálogo sin condiciones y recoger su sabiduría y experiencia, como aporte sincero a la paz de Colombia. El ELN reitera en estas horas críticas para la sociedad colombiana, su disposición a la búsqueda de una Salida política al conflicto y expresa su reconocimiento a todas las voces que desde dentro y fuera del país, propenden por un diálogo abierto y sin precondiciones y en tal propósito llama la atención al gobierno nacional a actuar en consecuencia”. Resalto de esta nota la disposición a iniciar un diálogo, aunque sin condiciones.

También a finales de mayo, el ELN dirigió una carta abierta a las autoridades locales, en la que señalaba que “estamos convencidos que el camino para Colombia es la paz y no la guerra”, además de plantear públicamente la urgencia de humanizar el conflicto y manifestar “nuestra entera disposición para discutir todos los temas del conflicto social armado colombiano y buscar soluciones, en el marco de la bilateralidad entre las partes, con la participación de la sociedad colombiana sin exclusiones”. En la misiva propusieron crear una organización nacional con el propósito de alcanzar la paz. Días después, a principios de junio, el ELN manifestó que “estamos convencidos que el camino y futuro de Colombia es la paz y no la guerra, y tenemos disposición a dialogar, con aquellos que nos declararon la guerra y motivaron nuestro levantamiento en armas, pero sin condicionamientos, de cara al país y donde todas y todos los colombianos asuman su papel de sujetos activos, en las búsquedas de futuro para el país y para la nación. Estamos de acuerdo con quienes plantean que una mesa de diálogo aislada, en solitario entre el gobierno y la insurgencia, no logrará la paz. Por lo tanto se requiere que esos diálogos sean acompañados y respaldados por la sociedad, dinamizados a través de las organizaciones populares y sociales, donde éstas se expresen y definan el futuro que nos pertenece”. De estas dos misivas resalto la disposición a discutir todos los temas de forma bilateral, pero con la participación de la sociedad colombiana, ya que un diálogo a solas entre el ELN y el Gobierno no logrará la paz, en su opinión.

Entiendo de estas notas el ELN que hay dos cosas a poner en marcha, y a la vez. Una es una mesa de diálogos ELN-Gobierno, sin precondiciones, que dé paso a una mesa de negociaciones, y la otra es un mecanismo de acompañamiento social y popular, que el ELN no define con precisión, y que debería aclarar para saber realmente lo que piensa sobre este punto. Sobre el primer tema, como ya he manifestado en otras ocasiones, faltaría que el ELN pidiera formalmente al Gobierno el inicio de una negociación. Esto debe hacerse por escrito, en una carta dirigida al presidente, y canalizada, por ejemplo, a través de un obispo. Si se abriera un espacio de diálogos exploratorios, por ejemplo en Cuba, el ELN debería tener allí a unos emisarios con capacidad de decisión, entre otras cosas, para contrastar con el Gobierno los requisitos de este para abrir una negociación formal, y para concertar conjuntamente lo que sería ese acompañamiento social y popular que reclama el ELN, y que supongo sería la antesala de lo que después podría ser la Convención Nacional que siempre ha predicado.

Entre el 2005 y el 2007, el ELN mantuvo negociaciones con el Gobierno de Uribe, sin resultado, pero con un Acuerdo Marco por firmar, que quizás aún se puede recuperar. Sería extraño que no lo intentara con el presidente Santos, porque hay más condiciones objetivas para hacerlo. No obstante, el ELN ha perdido en estos años el apoyo social de numerosos sectores que se acercaron a la Casa de Paz de Medellín con un reclamo: poner fin a la confrontación armada e iniciar un proceso de paz, y que se han sentido desengañados por no ser atendidos sus demandas. Se han perdido cinco años y es momento de que el ELN retome la iniciativa política y escuche de nuevo las demandas de paz de la sociedad civil que tanto dice respetar.

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Postconflicto y postviolencia armada.

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