Vicenç Fisas, Director de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona.
Publicado en Semana.com
No es la primera vez que el ELN se declara en este sentido, lo que podría interpretarse como que tiene una disposición clara para negociar con el Gobierno Santos.
Hace unos días, Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP) envió una petición a las FARC, al ELN y al Gobierno para lograr un cese de hostilidades temporal. El ELN ha respondido a CCP, de la mano de Nicolás Rodríguez Bautista, “Gabino”, sin pronunciarse sobre la petición de cese de hostilidades, lo cual es una pena, pero señalando su disposición a un diálogo bilateral sin condicionamientos y afirmando que una mesa gobierno e insurgencia es hoy lo más aconsejable. También señala que la agenda y el reglamento la construyen las partes en los diálogos que se podrían abrir.
No es la primera vez que el ELN se declara en este sentido, lo que podría interpretarse como que tiene una disposición clara para negociar con el Gobierno Santos. No obstante, quisiera señalar que hay una cuestión de procedimiento que quizás convendría corregir o superar. Me refiero a la tradición de enviar mensajes a través de comunicados abiertos, pero sin enviar una solicitud formal al presidente Santos, mediante un mensajero de confianza (la Iglesia, por ejemplo). En otras palabras, los protocolos de la paz requieren de procedimientos formales que no hay que saltarse, pues de lo contrario el Gobierno puede no atender a la predisposición del ELN de entrar en un diálogo formal. En cambio, si se envía una carta al presidente, este está obligado a atenderla y a darle una contestación, ya sea pública, o privada a través del mismo canal por el cual recibió la petición.
Soy un convencido de que hace tiempo deberían haberse iniciado ya unos diálogos con el ELN, aunque insisto que notaba a faltar este paso formal que he mencionado. El Gobierno, además, dispone de un canal adicional para enviar mensajes o para explorar las formalidades de un diálogo con el ELN: puede ponerse en contacto con el representante del ELN preso en la cárcel de Bellavista, de Medellín, Juan Carlos Cuéllar. Nada más fácil para iniciar una aproximación sobre las reales voluntades de cada parte, porque inicialmente se trata de esto, calibrar las auténticas disposiciones del Gobierno y del ELN. Santos ya ha dicho repetidas veces que no quiere “jugar” a la paz, y me parece una sabia actitud. Si se inicia algo tiene que ser en serio y con visos de continuidad y éxito. Esto requiere una posición clara por parte del ELN, que ha de haber pensado lo que realmente quiere y cómo piensa hacerlo. No se va a una mesa exploratoria con las manos vacías, sino con un plan y una propuesta, que se contrasta con la que pueda tener el Gobierno. Espero, por tanto, que esos planes existan ya. Sólo faltaría contrastarlos y ver, a partir de ahí, si se aprovecha lo logrado en las rondas de 2005 a 2007, en La Habana, o se empieza de nuevo partiendo de cero.
Hace unos días, Colombianos y Colombianas por la Paz (CCP) envió una petición a las FARC, al ELN y al Gobierno para lograr un cese de hostilidades temporal. El ELN ha respondido a CCP, de la mano de Nicolás Rodríguez Bautista, “Gabino”, sin pronunciarse sobre la petición de cese de hostilidades, lo cual es una pena, pero señalando su disposición a un diálogo bilateral sin condicionamientos y afirmando que una mesa gobierno e insurgencia es hoy lo más aconsejable. También señala que la agenda y el reglamento la construyen las partes en los diálogos que se podrían abrir.
No es la primera vez que el ELN se declara en este sentido, lo que podría interpretarse como que tiene una disposición clara para negociar con el Gobierno Santos. No obstante, quisiera señalar que hay una cuestión de procedimiento que quizás convendría corregir o superar. Me refiero a la tradición de enviar mensajes a través de comunicados abiertos, pero sin enviar una solicitud formal al presidente Santos, mediante un mensajero de confianza (la Iglesia, por ejemplo). En otras palabras, los protocolos de la paz requieren de procedimientos formales que no hay que saltarse, pues de lo contrario el Gobierno puede no atender a la predisposición del ELN de entrar en un diálogo formal. En cambio, si se envía una carta al presidente, este está obligado a atenderla y a darle una contestación, ya sea pública, o privada a través del mismo canal por el cual recibió la petición.
Soy un convencido de que hace tiempo deberían haberse iniciado ya unos diálogos con el ELN, aunque insisto que notaba a faltar este paso formal que he mencionado. El Gobierno, además, dispone de un canal adicional para enviar mensajes o para explorar las formalidades de un diálogo con el ELN: puede ponerse en contacto con el representante del ELN preso en la cárcel de Bellavista, de Medellín, Juan Carlos Cuéllar. Nada más fácil para iniciar una aproximación sobre las reales voluntades de cada parte, porque inicialmente se trata de esto, calibrar las auténticas disposiciones del Gobierno y del ELN. Santos ya ha dicho repetidas veces que no quiere “jugar” a la paz, y me parece una sabia actitud. Si se inicia algo tiene que ser en serio y con visos de continuidad y éxito. Esto requiere una posición clara por parte del ELN, que ha de haber pensado lo que realmente quiere y cómo piensa hacerlo. No se va a una mesa exploratoria con las manos vacías, sino con un plan y una propuesta, que se contrasta con la que pueda tener el Gobierno. Espero, por tanto, que esos planes existan ya. Sólo faltaría contrastarlos y ver, a partir de ahí, si se aprovecha lo logrado en las rondas de 2005 a 2007, en La Habana, o se empieza de nuevo partiendo de cero.