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En contextos bélicos la mujer ha tenido un papel importante. Con entrevista a María Villellas.

Publicado en Diario del Alto Aragón

HUESCA.- El curso Constructoras de paz y defensoras de los Derechos Humanos, organizado por la fundación Seminario de Investigación para la paz, ofrece hoy y mañana en la Facultad de Empresa y Gestión Pública de Huesca dos sesiones sobre herramientas para una cultura de paz e iniciativas concretas puestas en marcha por mujeres. De 17 a 19 horas, Ana Barrero y Susana Hernández hablarán sobre herramientas virtuales y materiales para una cultura de paz, y a partir de las 19:15 horas Montserrat Renclusa abordará la cooperación al desarrollo y objetivos de desarrollo sostenible. Las sesiones retoman un curso que la semana pasada abordó las repercusiones de las guerras en las mujeres e iniciativas legales para combatirlas.

El impacto de los conflictos armados es más grave en las mujeres, en gran medida por partir de una situación previa de desigualdad. Existen formas específicas como la violencia sexual, pero no es la única, porque el maltrato en el ámbito familiar también se acentúa en contextos bélicos. La investigadora María Villellas abordó en Huesca estos problemas y los instrumentos internacionales para hacerles frente, en la inauguración de las jornadas.

María Villellas trabaja en la Escuela de Cultura de Pau, centro de investigación para la paz de la Universidad Autónoma de Barcelona. Su área es la dimensión de género y desigualdades entre hombres y mujeres en los conflictos armados y la construcción de la paz. Además de la violencia, las mujeres sufren también de modo especial el desplazamiento forzado de población, porque «se hacen cargo del cuidado de los niños, personas ancianas y dependientes en momentos de fragilidad y vulnerabilidad muy grandes». Los conflictos armados repercuten también «en el acceso a derechos más básicos, como salud y educación, lo que afecta sobre todo en las mujeres». Las refugiadas acceden con mayor dificultad a los derechos básicos, en muchos casos por su menor familiaridad con la administración. «El empobrecimiento también agrava su pobreza, y el acceso a la salud sexual y reproductiva queda totalmente relegado».

Para paliar estos problemas existen recursos legales como la Resolución 1325 y la Cedaw, Convención para la Eliminación de la Discriminación de las Mujeres. «Son los dos instrumentos principales con los que cuenta ahora la comunidad internacional y las mujeres para tratar de revertir igualdades y discriminación». La Cedaw se aprobó en 1979 y «avanza con dificultades» en una difícil situación internacional. «Queda todavía un larguísimo camino por recorrer en materia de igualdad, pero ha habido avances y la situación de las mujeres hoy es en algunos aspectos mucho mejor que hace cincuenta años».

La resolución 1325 de Naciones Unidas data del 2000 y se refiere específicamente a los conflictos armados. «Ha permitido que en contextos bélicos las mujeres hayan tenido un papel importante en su resolución, por ejemplo en el caso de Colombia».

En otras cuestiones casi no se ha avanzado. «La violencia sexual en conflictos armados acostumbra a quedar impune. Vemos millones de mujeres refugiadas en esta crisis tan grave en la que Europa no está dando respuesta, ni respetando los derechos más básicos a la acogida. Hay avances, pero son muy lentos, y los retos son mucho mayores».

Tal y como reza el lema de las jornadas, Villellas defiende el decisivo papel de la mujer en la construcción de la paz. «En la mayoría de conflictos armados encontramos asociaciones de mujeres muy activas, tanto en la defensa de los derechos humanos, denunciando atrocidades y tratando de generar espacios de diálogo y entendimiento».

Un siglo de feminismo pacifista
Dentro del mismo curso, Carmen Magallón, directora de la Fundación Seminario de Investigación para la Paz, abordó el origen de una línea de feminismo pacifista surgida en la Primera Guerra Mundial. «Un grupo numeroso, más de mil mujeres de doce países que estaban entre ellos en guerra, y algunos neutrales, decidieron reunirse en La Haya para buscar soluciones negociadas al conflicto y proponer medidas para construir una paz permanente». Allí nace una tradición que se prolonga hasta hoy y que «intenta afrontar conflictos entre países de otro modo». En 1915 no existía Naciones Unidas ni la Sociedad de Naciones, por lo que las soluciones propuestas fueron pioneras. «Allí nació la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad, en inglés WILP, una tradición que continúa cien años más tarde y trata de monitorizar lo que se hace en Naciones Unidas, porque son madres de Naciones Unidas».

En la misma sesión, la periodista Lula Gómez presentó su documental sobre mujeres constructoras de paz en Colombia. Carmen Magallón participó el pasado mes de noviembre en una comisión internacional para verificar si estos acuerdos se están cumpliendo. «El papel de las mujeres ha sido clave, porque llevan décadas tratando de que se pare el conflicto».

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