Josep Maria Royo, Investigador de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona.
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tu enemigo. Entonces él se vuelve tu compañero” – Nelson Mandela
Hace unos años el Centro para el Diálogo Humanitario (HD Centre) publicó el estudio Conflict analysis: the foundation for effective action. Se planteaba la necesidad de disponer de un profundo conocimiento analítico del contexto de conflicto para poder llevar a cabo cualquier iniciativa de mediación. Para ello, esa guía identificaba siete elementos que debían ser analizados para poder desarrollar cualquier esfuerzo mediador, como son el contexto, los actores implicados en el conflicto, el diseño del proceso a seguir y su secuenciación, los problemas identificados para llevar a cabo una negociación efectiva, las iniciativas de negociación previas (y sus éxitos y fracasos), el estudio comparativo de otros procesos de paz y las dificultades y retos en la implementación de un acuerdo de paz. El HD Centre es una organización independiente creada en 1999 que se ha convertido en una de las principales organizaciones a nivel internacional en el campo de la mediación de conflictos. En la actualidad está trabajando de forma pública o confidencial en más de 40 iniciativas de diálogo en unos 20 países, como Filipinas, Malí, Nigeria, Senegal, Siria, Somalia, Sudán o Túnez, algunos de ellos escenarios de conflicto armado y otros situaciones de tensión política. En España es conocida por su papel de garante y facilitador de los contactos con ETA.
Intentando responder a alguna de estas cuestiones, el informe Alerta 2017, Informe sobre conflictos, derechos humanos y construcción de paz de la Escola de Cultura de Pau de la Universitat Autònoma de Barcelona analiza el estado del mundo en términos de conflictividad y construcción de paz durante el 2016 y la naturaleza, causas, dinámicas, actores y consecuencias de los principales escenarios de conflicto armado y tensión socio-política en el mundo, lo que permite ofrecer una mirada comparativa regional e identificar algunas tendencias globales. Este análisis es clave para poder llevar a cabo cualquier iniciativa de mediación y construcción de paz, tal y como parece que se está planteando en el conflicto político que se está dibujando en el complicado panorama político catalán.
Una de las tendencias de los casi 40 procesos de paz y negociaciones analizados en 2016 es identificar claramente el quién. En la mayoría de los casos los principales protagonistas de las negociaciones fueron los gobiernos de los respectivos países y los actores opositores políticos, sociales y armados afectados o activos en esos conflictos, lo que implica la constatación de que los principales actores, incluidos los gobiernos, no pueden rehuir de participar en las iniciativas de diálogo. Para resolver un conflicto, las partes implicadas deberán participar tarde o temprano en alguna iniciativa de diálogo. La negación del diálogo no resuelve los conflictos, si acaso los agrava, enquista y eterniza.
En segundo lugar, el qué. Aunque se niegue por activa y por pasiva, a nivel internacional se está dialogando entre gobiernos y entidades que exploran arquitecturas políticas intermedias, que buscan un nuevo estatus político y administrativo o que aspiran a ser Estados con pleno reconocimiento internacional. En la mitad de los 33 conflictos armados actuales y en la mitad de los 87 escenarios de tensión a nivel internacional estuvieron presentes demandas de autogobierno y/o identitarias. Entre estos casos en los que existen procesos de negociación se cuentan varios en Europa, por ejemplo, el de Georgia en lo referente a Abjasia y Osetia del Sur; Moldova y la autoproclamada república de Transdniestria; Ucrania y las autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk; o el de Serbia y Kosovo –si bien el estatus legal internacional de Kosovo no está definido, ha sido reconocido como Estado por más de un centenar de países. En el continente africano cabe mencionar la situación en el norte de Malí, la región senegalesa de Casamance, el conflicto en los estados sudaneses de Darfur, de Kordofán Sur y Nilo Azul, o Sudán del Sur, declarado independiente mediante un referéndum pactado, el caso de Marruecos-Sáhara Occidental –la RASD no ha sido reconocida internacionalmente, pero al mismo tiempo el Sáhara Occidental sigue siendo considerado por la propia ONU como un territorio pendiente de descolonizar cuya pretendida pertenencia a Marruecos no está reconocida por el derecho internacional ni por ninguna resolución de Naciones Unidas¬–, o el de Israel y Palestina –donde aún está pendiente la configuración y reconocimiento internacional del Estado palestino, pese a su admisión como “Estado observador” en la ONU en 2012 y su reconocimiento por numerosos Estados. En Asia podrían destacar las negociaciones entre el Gobierno filipino y el MILF en la Región Autónoma en Mindanao Musulmán, las negociaciones entre el Gobierno de Tailandia y las provincias del sur del país o el pueblo naga en la India, por citar algunos ejemplos actuales.
Las terceras partes
Otra de las cuestiones que ha saltado a la luz en los últimos días es el papel de las terceras partes implicadas en procesos de paz y negociación. Las terceras partes intervienen en la disputa a propuesta de los actores implicados y con aceptación de éstos para contribuir al diálogo entre los actores enfrentados y favorecer una salida negociada del conflicto. Cabe mencionar que si bien hay muchos casos donde se conoce públicamente cuáles son los actores involucrados en tareas de mediación, facilitación y acompañamiento, por la necesidad de respaldo público a la iniciativa de paz, en otros contextos estas tareas se llevan a cabo de manera discreta y no pública, para preservar el contenido de las conversaciones y evitar que su publicidad afecte o determine las propias negociaciones. En el escenario catalán, en los últimos días se han publicitado multitud de iniciativas que pueden favorecer el diálogo pero sería deseable que surgiera alguna iniciativa que preservara la confidencialidad de los actores y el contenido de las propuestas, en un escenario en el que la aceptación de una mediación podría ser percibida como una renuncia o una debilidad.
A nivel internacional, la ONU, organizaciones regionales, Estados y sociedad civil son los principales actores involucrados como terceras partes en los numerosos diálogos abiertos durante 2016. En un tercio de los 40 procesos analizados ese año estuvo presente la ONU, mientras que en 11 de los 15 casos africanos fueron la Unión Africana o bien otras organizaciones regionales del continente, como ECOWAS, IGAD o SADC. En Europa, la ONU ha actuado en Chipre con apoyo de la UE, mientras que en Serbia-Kosovo es la UE (y en el pasado la ONU) la que ha activado procesos de diálogo, además de la situación de Georgia, en la que han actuado la UE, la OSCE y la ONU. La OSCE también ha actuado en numerosos espacios del continente europeo, como por ejemplo en Nagorno-Karabaj (Armenia-Azerbaiyán). A su vez, la UE también ha desempeñado funciones como tercera parte más allá del continente europeo, en especial en contextos de África y Oriente Medio, entre ellos Mozambique, RDC, Sudán del Sur, Israel-Palestina (integrando el Cuarteto para Oriente Medio) o Siria (como parte del Grupo Internacional de Apoyo a Siria, el ISSG). En el caso de América, la UNASUR estuvo involucrada en Venezuela. En Oriente Medio, la Liga Árabe estuvo implicada en Siria. En Asia destaca la participación de una organización intergubernamental de carácter religioso, la Organización para la Cooperación Islámica (OCI) en Filipinas. La OCI también estuvo presente en la RCA y en Siria. La Iglesia Católica también se implicó en algunos procesos negociadores. Históricamente, el ejemplo de la Comunidad de Sant’Egidio en Mozambique es el más revelador. En la actualidad, en Venezuela esta participación se tradujo en la implicación del Vaticano en el equipo mediador; en Mozambique la Iglesia Católica se sumó al equipo negociador; y en la RDC la Iglesia Católica congolesa fue clave para facilitar la firma de un acuerdo entre el Gobierno y la oposición política a finales de diciembre de 2016.
Además, cabría recordar las decenas de organizaciones y centros de investigación que facilitan herramientas, conocimientos y/o pueden dinamizar procesos de diálogo de forma discreta en diferentes conflictos actuales, como son, entre otras, la Fundación Jimmy Carter (EEUU); Conciliation Resources e International Alert (Reino Unido); Berghoff Foundation (Alemania); NOREF, IPRA y PRIO (Noruega); SIPRI (Suecia); Swisspeace, CICR, Geneva Call y la antes mencionada HD Centre (Suiza); CMI (Finlandia); el International Crisis Group, o departamentos de paz y conflictos como los de las universidades de Notre Dame (EEUU), Uppsala (Suecia) o Bradford (Reino Unido), en apoyo de los múltiples actores que participan en los procesos de negociación, por citar algunos ejemplos.
A lo largo de 2016 también se registraron otros contextos en los que la intensificación de la violencia y de la tensión afectó seriamente las perspectivas de la negociación, derivando en algunos casos en un deterioro, reducción o bloqueo de la vía o espacio de diálogo, aunque siempre existen espacios, procesos y oportunidades de diálogo y negociación en todo el ciclo del conflicto, como ponen de manifiesto los múltiples ejemplos reseñados antes. Por último, cabe tener en cuenta que cada vez hay más evidencias que sustentan que los procesos inclusivos en los que no se reproducen las dinámicas de exclusión de las mujeres y la sociedad civil obtienen mejores resultados en términos de firma de acuerdos así como de sostenibilidad y su implementación.
Nunca es demasiado tarde. Pero el primer paso en todos los conflictos es reconocer la existencia de ese conflicto. Aunque no se comparta el mismo análisis del conflicto, los actores tienen que estar de acuerdo en que existe un conflicto y que debe ser resuelto mediante el diálogo. Esta premisa todavía no está clara y aceptada en el escenario catalán, aunque sí está sobre la mesa la oportunidad para el diálogo.
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