Josep Maria Royo. El Salto Diario
Cuando se cumplen 30 años del genocidio de Ruanda de 1994, unos hechos que han marcado la historia africana y mundial y que se han convertido en uno de los fracasos más importantes de la comunidad internacional en lo concerniente a su responsabilidad de cara a garantizar la paz y la seguridad internacionales —Gaza está abriendo un nuevo capítulo en este sentido, aunque a diferencia de 1994, la ONU no está mirando hacia otro lado—, se ha reabierto el enésimo episodio de esta guerra inacabada que padece la región de los Grandes Lagos y que enfrenta a la República Democrática del Congo (RDC) con Ruanda, a través de su aliado proxy local, actualmente bajo la etiqueta del grupo insurgente Movimiento 23 de Marzo (M23), situación que podría llevar incluso a un enfrentamiento abierto directo entre ambos países, como ya ocurriera en 1996 y 1998.