Vicenç Fisas, Director de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona.
Si las mismas autoridades turcas han reconocido que existe el llamado “problema kurdo”, ¿porqué es tan difícil encontrar una vía para resolverlo de una manera definitiva? En los dos últimos años han proliferado en Turquía varias iniciativas tendentes a ello, y el propio gobierno ha puesto en marcha un proyecto de “democratización” del país dirigido en buena parte a dar satisfacción a las demandas históricas del pueblo kurdo. El Parlamento aprobó el pasado año una batería de propuestas en este sentido, pero que han sido torpedeadas por la ilegalización del partido prokurdo DTP y la detención de varios de sus líderes. En estos días, además, la policía belga ha detenido a varias docenas de personas kurdas vinculadas con el PKK, partido que está en las listas de grupos terroristas de la UE, y que por tan tanto está ilegalizado. Sin embargo, la resolución del problema kurdo pasa inevitablemente por un diálogo y un futuro acuerdo entre el gobierno turco y el PKK, de manera abierta o discreta, en procura de concertar los pasos necesarios para terminar con la definitiva actividad armada del PKK y dar continuidad a sus repetidos ofrecimientos de un alto al fuego y al diálogo.
En estos dos últimos años, el PKK y su líder Öcalan, condenado a cadena perpetua, han reiterado su ofrecimiento a la negociación, con una plataforma de puntos perfectamente asumible para el gobierno turco. Abandonados hace tiempo los reclamos de independencia, lo que se pide va en consonancia con lo que es de esperar de un pueblo de veinte millones de personas que exige respeto por su identidad a través del ordenamiento institucional turco. Las medidas que darían satisfacción al pueblo kurdo ya han sido planteadas en el mismo Parlamento y han sido ampliamente divulgadas por los medios de comunicación turcos. No hay que inventar nada nuevo, sólo encontrar el mecanismo de diálogo apropiado para que estas medidas se hagan efectivas y en el menor período de tiempo posible. Cuando estas medidas funcionen, el PKK se disolverá, pues así lo ha manifestado, pero entretanto habrá que negociar con dicho grupo. Para hacerlo, su inclusión en la lista de grupos terroristas de la UE es un obstáculo, puesto que permite que los sectores contrarios a la resolución pacífica y dialogada del conflicto kurdo detengan a personas afines a la causa kurda, sean o no del PKK, con lo que se rompe cualquier posibilidad de avance y de acercamiento. Ante esta situación, y consciente de que no hay precedente alguno en la política antiterrorista de la UE, me atrevo a sugerir que la UE debería pensar en retirar provisionalmente al PKK de las listas, como medida soberana e unilateral, para dar espacio a que el primer ministro Erdogán, de manera directa, encuentre las vías de acercamiento con los líderes de este grupo para negociar de manera civilizada una “hoja de ruta” que permita resolver el problema kurdo. De momento es una contrariedad que quienes tienen la responsabilidad y el deseo de negociar no puedan hacerlo porque son detenidos a causa de la existencia de las listas terroristas. Solucionar esa anomalía política es un imperativo para dar cabida a la negociación sobre un tema que, como he repetido, tiene solución. La UE no puede eludir su responsabilidad en ayudar a encontrar un camino de salida al conflicto kurdo, y si para ello hay que recurrir a medidas excepcionales, bienvenidas sean. Al fin y al cabo, si la retirada provisional del PKK de las listas no diera resultado a medio plazo, cabe la posibilidad de volverlo a incluir en las listas. Pero si su retirada permite avanzar en la solución, se habrá dado un paso inteligente. Además, estamos en un momento en el que se ha planteado dialogar incluso con los talibanes de Afganistán, y se han tomado medidas políticas para que ello sea factible. Los kurdos, que arrastran un agravio histórico, merecen que se les tome al menos en la misma consideración, y ello requerirá medidas novedosas, pero necesarias.
En estos dos últimos años, el PKK y su líder Öcalan, condenado a cadena perpetua, han reiterado su ofrecimiento a la negociación, con una plataforma de puntos perfectamente asumible para el gobierno turco. Abandonados hace tiempo los reclamos de independencia, lo que se pide va en consonancia con lo que es de esperar de un pueblo de veinte millones de personas que exige respeto por su identidad a través del ordenamiento institucional turco. Las medidas que darían satisfacción al pueblo kurdo ya han sido planteadas en el mismo Parlamento y han sido ampliamente divulgadas por los medios de comunicación turcos. No hay que inventar nada nuevo, sólo encontrar el mecanismo de diálogo apropiado para que estas medidas se hagan efectivas y en el menor período de tiempo posible. Cuando estas medidas funcionen, el PKK se disolverá, pues así lo ha manifestado, pero entretanto habrá que negociar con dicho grupo. Para hacerlo, su inclusión en la lista de grupos terroristas de la UE es un obstáculo, puesto que permite que los sectores contrarios a la resolución pacífica y dialogada del conflicto kurdo detengan a personas afines a la causa kurda, sean o no del PKK, con lo que se rompe cualquier posibilidad de avance y de acercamiento. Ante esta situación, y consciente de que no hay precedente alguno en la política antiterrorista de la UE, me atrevo a sugerir que la UE debería pensar en retirar provisionalmente al PKK de las listas, como medida soberana e unilateral, para dar espacio a que el primer ministro Erdogán, de manera directa, encuentre las vías de acercamiento con los líderes de este grupo para negociar de manera civilizada una “hoja de ruta” que permita resolver el problema kurdo. De momento es una contrariedad que quienes tienen la responsabilidad y el deseo de negociar no puedan hacerlo porque son detenidos a causa de la existencia de las listas terroristas. Solucionar esa anomalía política es un imperativo para dar cabida a la negociación sobre un tema que, como he repetido, tiene solución. La UE no puede eludir su responsabilidad en ayudar a encontrar un camino de salida al conflicto kurdo, y si para ello hay que recurrir a medidas excepcionales, bienvenidas sean. Al fin y al cabo, si la retirada provisional del PKK de las listas no diera resultado a medio plazo, cabe la posibilidad de volverlo a incluir en las listas. Pero si su retirada permite avanzar en la solución, se habrá dado un paso inteligente. Además, estamos en un momento en el que se ha planteado dialogar incluso con los talibanes de Afganistán, y se han tomado medidas políticas para que ello sea factible. Los kurdos, que arrastran un agravio histórico, merecen que se les tome al menos en la misma consideración, y ello requerirá medidas novedosas, pero necesarias.