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La hora de la paz para Myanmar.

Vicenç Fisas, Director de la Escola de Cultura de Pau, Universitat Autònoma de Barcelona.

Los primeros presos políticos de Myanmar, la antigua Birmania, están siendo puestos en libertad en estos días. Después de décadas de dictadura y de represión, parece que a Myanmar están llegando aires de cambio que pueden traer la paz y la democracia. Y la esperanza tiene como símbolo a la líder opositora Aung San Suu Kyi, premio Nobel de la Paz, encarcelada y bajo arresto domiciliario durante años, y ya en libertad, lo que por ejemplo le ha permitido dar un discurso político en la sede de su partido, la Liga Nacional para la Democracia (NLD), con la autorización del Gobierno. En el acto participaron representantes de diferentes partidos políticos, miembros del grupo de la Generación de Estudiantes del 88 y medios de comunicación nacionales, que estos días asisten atónitos al inicio de la liberación de más de 6.000 presos. Días antes, Au ng San Suu Kyi se había reunido con el enviado especial de EEUU, Derek Mitchell, para discutir sobre ayuda al desarrollo para el país, pues hasta ahora Birmania ha estado sujeta a embargos comerciales y a un boicot político, y ha llegado el momento de calibrar si las incipientes reformas del país ameritan levantarlos e iniciar una nueva etapa de colaboraciones que estimulen los cambios. Ya en agosto, Suu Kyi se reunió por primera vez con el presidente, el general Than Shwe, hecho más que significativo, y muestra de que ambos se necesitan. Lo saben, y juegan al realismo, quizás el camino más prudente para apuntalar la transición del país.

Recientemente, la comisaria europea para la Cooperación Internacional, Kristalena Georgieva, afirmó tras reunirse con representantes del Gobierno birmano que éste está dispuesto a buscar el fin del conflicto armado con la insurgencia étnica del país, numerosa y fragmentada, y a permitir la repatriación voluntaria de los refugiados, así como a autorizar el acceso de las agencias humanitarias a las zonas del conflicto. Días antes del encuentro con la representante de la UE, el Parlamento aprobó la creación de un comité de paz destinado a mediar con los grupos insurgentes. Es una buena señal de que otro de los problemas endémicos del país, la oposición étnica en una región muy diversa en este sentido, podría canalizarse mediante el diálogo y no mediante continuos enfrentamientos armados. En este sentido, Aung San Suu Kyi se ofreció e n julio para facilitar acuerdos de alto el fuego y procesos de paz entre el Gobierno y la insurgencia étnica. Aung San Suu Kyi se dirigió tanto al Gobierno como a los dirigentes de los grupos armados KIO, KNU, NMSP y SSA, haciendo un llamamiento al alto el fuego. En paralelo, la coalición de grupos étnicos UNFC presentó una propuesta de alto el fuego a representantes de la UE en una reunión mantenida en Bangkok e hizo un llamamiento a la organización europea a que facilitara un diálogo entre el Gobierno birmano y los grupos étnicos. Sería interesante, al respecto, que la UE nombrara a una persona como interlocutora de peso en dicha demanda, y pienso que Moratinos podría ser un buen candidato. En todo caso, a la vista de la nueva situación política, un alto el fuego general contribuiría a sentar las bases para que además de democracia, Myanmar experimente también el fin del conflicto armado que empezó nada menos que en 1948.

El último informe de International Crisis Group (ICG) sobre Myanmar, destaca que el nuevo presidente, Thein Sein, ha iniciado la puesta en marcha de una ambiciosa agenda de reformas, demostrando un cambio en el liderazgo del país. La agenda del presidente está encaminada a reforzar la economía, reformar la política nacional y mejorar la situación de los derechos humanos. ICG advierte de los riesgos que existen, ya que puede haber resistencias por parte de los sectores más radicales del Gobierno, así como una debilidad técnica e institucional que obstaculice las reformas. ICG insta a los gobiernos occidentales a dar apoyo al proceso de reformas y poner fin a las sanciones al país. Pienso, en este sentido, que la Unión Europea podría mostrarse muy activa en este aspecto, ofreciendo al Gobierno birmano el fin de labyrinthe gonflable las sanciones a cambio de avances en las reformas ya emprendidas. Evidentemente, es la hora de la zanahoria y de los incentivos.

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