Africaye, per Josep Maria Royo Aspa.
En 2022 se deterioró gravemente la relación entre RDC y Rwanda como consecuencia de los choques esporádicos entre los cuerpos de seguridad de ambos países en la zona fronteriza y de las acusaciones hacia Rwanda –constatadas y evidenciadas por Naciones Unidas– de apoyar militarmente y logísticamente la ofensiva del grupo armado Movimiento 23 de Marzo (M23) en Kivu Norte. Las diferentes iniciativas diplomáticas regionales, como el proceso de Luanda encabezado por Angola bajo el mandato de la UA, así como los ofrecimientos de mediación de países como Qatar y EEUU, han fracasado hasta el momento de cara a revertir la situación. A mediados de abril de 2023, el presidente ruandés Paul Kagame atizó el fuego culpando de la crisis del M23 a la delimitación de la frontera de la era colonial, afirmando que “una gran parte de Rwanda quedó fuera, en el este de RDC y el suroeste de Uganda”; dándole una nueva dimensión al conflicto. Kagame también defendió a los rebeldes del M23 afirmando que se les niegan sus derechos en RDC remarcando que “el problema de RDC, el problema regional o el problema de Rwanda no es el M23”. En respuesta, Kinshasa denunció estas declaraciones como una nueva provocación por parte de Rwanda y responsabilizó a Kagame de todos los problemas en el este del país durante los últimos 20 años. La retórica de acusaciones e incidentes sobre el terreno han situado la tensión entre ambos países al borde de un conflicto armado de peligrosas consecuencias regionales.