La educación para la paz y la convivencia, un proyecto de centro

Herramientas para diseñar el proyecto de convivencia

06 - ¿Cómo podemos mejorar la convivencia?

En los últimos tiempos la violencia escolar se ha convertido en una de las principales preocupaciones del mundo educativo: hay actitudes y comportamientos inadmisibles que a menudo no sabemos cómo abordar. Superar la violencia implica cuestionar la manera de estructurar la convivencia en los centros y replantearla de forma global y sistémica en todos los espacios y actividades de cada instituto.

Coexistir quiere decir “existir simultáneamente”. Traducido de la definición que da el “Diccionari General de la Llengua Catalana” Enciclopedia Catalana. El significado de concordia es el “estado de armonía que resulta del acuerdo de los sentimientos, de les ideas, etc. entre dos personas o más”. En un centro educativo se mueven muchas personas cada día, con objetivos comunes que hacen algo más que coexistir, pero no necesariamente con el acuerdo de sentimientos o ideas que exige la concordia. A medio camino entre la coexistencia y la concordia hay la CONVIVENCIA, la “acción de vivir juntos”. Para vivir conjuntamente y desarrollar los objetivos de unos y otros, deberemos interactuar, relacionarnos, llegar a acuerdos y, en definitiva, aprender a organizarnos de la forma que más favorezca a todas las personas involucradas, para lograr cada una sus objetivos.

Un centro educativo es un centro de aprendizaje pero también un espacio de convivencia y educación para la convivencia. Con todo, y de forma paradójica, a menudo la educación para la convivencia queda relegada a pequeños ratos sustraídos de las horas de formación en asignaturas troncales. Mientras, los conflictos y las dificultades para resolverlos acaparan tiempo, energía y angustia de toda la comunidad.

En resumen, hallamos que, por un lado no educamos suficientemente para la convivencia, mientras que de otro, hay indicios claros de que los instrumentos de los que actualmente disponemos para convivir pacíficamente, no responden a las necesidades de las personas del centro. En otras palabras, no dedicamos tiempo a educar para la convivencia, pero detrás del ‘no hay tiempo’ perdemos mucho tratando de resolver conflictos cotidianos.

Mientras no exista una voluntad sólida de estructurar de manera clara, consensuada y educativa la convivencia entre todas las personas de la comunidad, y en todos los espacios y tiempos del centro, será muy difícil de dar la vuelta a la situación.

  1. Establecer unas normas de convivencia claras, concretas, realizables, consensuadas, pocas y escritas en positivo. Es necesario, además, evaluarlas periódicamente, y deben de ser susceptibles de ser replanteadas en cualquier momento, en función de las necesidades del grupo o del centro. Finalmente, tiene que existir un procedimiento claro respecto a lo que ocurre cuando alguien se las salta.

  2. Crear un buen clima de convivencia en el aula y el centro. Ello es posible si se promueve un código de convivencia fundamentado en el reconocimiento y la estima de uno mismo y las demás personas, la confianza mutua, la comunicación y la capacidad de cooperación. Esto se consigue a través del proceso de provención, es decir, del proceso por el que educamos en aquellas habilidades y herramientas que permitirán, al llegar un conflicto, que sepamos abordarlo de forma positiva y noviolenta. Es tan importante trabajar un buen clima en el grupo clase, como en el equipo educativo.

    ¿Cómo?

    • Proponiendo y dinamizando acciones a favor de la convivencia. Organizando una comisión de convivencia que disponga de un espacio y un tiempo propios para diseñar, promover y hacer seguimiento de las acciones emprendidas. Es importante que incluya la representación de todos los colectivos que conviven en el centro.
    • Garantizando un buen trabajo de prevención. Elaborar buenos plan de acogida y de acción tutorial.
    • Trabajando las habilidades sociales y de transformación de conflictos. Introduciendo metodologías cooperativas en el aula, donde las habilidades sociales se trabajen como objetivos explícitos, paralelamente a los contenidos académicos correspondientes. Programando, mediante el plan de acción tutorial, actividades para trabajar habilidades sociales.
    • Generando espacios para la participación del alumnado. Consolidando la asamblea de clase como espacio de diálogo de grupo, y el consejo de delegados como órgano de participación del alumnado con responsabilidades concretas y poder de decisión.
    • Responsabilizando al alumnado, creando programas de ayuda entre iguales y de mediación escolar como instrumentos de apoyo mutuo entre adolescentes.
    • Trabajando la cooperación, el consenso y la participación a nivel de claustro.
    • Vertebrando el centro entorno a equipos docentes o educativos, y no sólo en base a departamentos. Actualmente hay muchos más aspectos a coordinar referidos a la convivencia, metodologías y seguimiento educativo del alumnado, que no a las áreas de conocimiento.
    • Atendiendo a la diversidad: trabajando en el aula en agrupaciones heterogéneas, tratadas de forma heterogénea, en las que cada cual pueda avanzar al ritmo de sus posibilidades.
    • Repensando los tiempos y los espacios en función de criterios pedagógicos.
  3. Estructurar instrumentos y recursos para la transformación noviolenta de conflictos.
  1. Las normas en el aula o el reglamento de centro, pueden encontrar su equivalente a nivel macrosocial en documentos como el Estatuto, la Constitución, o la Carta de las Naciones Unidas. Promover la convivencia en el aula puede considerarse como una experiencia de formación ciudadana, en la que se aprenden las habilidades para convivir en sociedad. Si educar para la convivencia en el centro presenta sus complicaciones, ¡imaginémonos como debe ser un entorno en el que las personas tienen edades, experiencias y necesidades todavía más diversas!

    ¿Cómo?

    • Educando (y educándonos) para el conflicto, aprendiendo a reconocer y a tener en cuenta las necesidades de las otras personas.
    • Experimentar situaciones en las que se deban tomar decisiones, teniendo en cuenta las opiniones y necesidades de cada persona (a través de dinámicas de negociación): La voz de todos y todas, Qué hacemos con la antigua fábrica?)
    • Animando a ser usuario de espacios de interrelación con personas diferentes (parques, asociaciones intergeneracionales como por ejemplo los castellers, etc.)
    • Fomentando la participación en espacios de decisión, dentro o fuera del centro.

Recursos

Prácticos

Teóricos